Por lo menos desde la Convención sobre los Derechos del Niño, en 1989, los menores tienen el derecho a recibir una educación en igualdad de condiciones; entendiéndose en primer lugar como la enseñanza primaria obligatoria y gratuita. La Convención incluye otros deberes de los Estados respecto al derecho a la educación de los niños, niñas y adolescentes... Pero con el primero ya tenemos para frustrarnos un rato.
Curiosamente, también menciona que los Estados deberán alentar la cooperación internacional en cuestiones de educación. Lo cual nos trae al caso que relato al continuación.
En este afán altruista de la especie humana por expandir las bondades del modelo capitalista por el planeta, uno de los proyectos de desarrollo más comunes debe ser sin duda la construcción de escuelas. Loable tarea la de alfabetizar a la humanidad, donde la haya.
Hasta que te topas con la iglesia, que solo da letras a cambio de fe.
Pero ese es un tema para otro día.
Hoy os quiero contar sobre la Fundación. Uno de estos lugares que gracias a algo de renombre y bastantes fondos privados, ha construido una escuela primaria en lo alto del barrio más perdido de Quibdó. Pero como esto de la gestión de escuelas es un papeleo horrendo, requiere experiencia y trabajo, va y le cede las 20 casetas de clases y la cancha al Ministerio de Educación.
El buen Ministerio, siguiendo la letra de la ley, obedece la Convención. Y aunque no tiene personal, fondos, ni formación para encargarse de la noche a la mañana de una nueva escuela pública en el barrio más feito de la ciudad, "hay que alentar la cooperación". Y, seguramente, a ver quién le dice que no a esta rubia, digo morena, digo rubia, digo mmmm...
Pero 12 años después, lo que parecía un gran regalo con toda la buena intención, hace aguas (literalmente, se inunda cuando llueve) por todas partes. Los profesores están quemados de lidiar con niños inmanejables, los niños lo son porque no se enteran de la mitad de las clases debido al desorden y la falta de nivel; el horario, la disciplina, y los valores son inexistentes. A diario, se observan violentísimas peleas entre los menores y todo el mundo parece haber tirado la toalla.
En un salón de esta escuela, Daisury y Wendy se enzarzan en una pelea tan brutal que se arrancan las trenzas, haciendo volar las shakiras de colores que llevan de adorno. Mientras, la profesora observa impotente la bulla existente en el aula. La mitad de la clase está en pie haciendo su santa voluntad. Grita silencio, el volumen de ruido baja perceptiblemente durante breves momentos, pero vuelve a aumentar a un griterío ensordecedor mientras intenta continuar con las instrucciones para realizar el siguiente ejercicio de matemáticas.
La profesora se acerca a Felipe, uno de los niños que está de pie sobre una silla:
"- Felipe, siéntate. Estamos trabajando. Lee las instrucciones del ejercicio. Venga, ¿qué pone en el tablero?
- ¿Ahí?
- Sí, lee. Debajo de la fecha. Pone, 'objetivo: mejorar en matemáticas'. Y luego unas instrucciones, ¿qué dicen? Léelo.
- Me da pena, seño.
- Demostrar lo que uno sabe no debe dar pena, vamos.
- ....
- ¿Sabes leer?
- ...
- A ver, lee esto (señalando el título de un cuento: La Luna Roja). ¿La 'L' con la 'A'?
- LA
¿La 'L' con la 'U'?
- LU
- ¿La 'N' con la 'A'?
- LA
- La 'N' con la 'A', NA. ¿Todo junto?
- Luna
- (Y así... Hasta decir el título entero). Muy bien, Felipe, lo has hecho genial!"
Felipe no se vuelve a levantar más en esa clase, e intenta copiar, aunque mal, los ejercicios. Ahhhh. Como si fuera la primera vez que le prestan atención e intentan enseñarle, está encantado. Esto, en 3º, con 10 años.
Esto, es la dejadez de quien le ha dejado pasar por preescolar, primero y segundo sin aprender a leer.
Y como Felipe, en este salón hay cuatro más por lo menos.
No quiero pasar por alto el título de esta entrada, sacado de un comentario realizado por algún profesor del Máster. Puedes poner toda la chapa y ladrillos del mundo y no estar aportando educación, o tener una lona sujeta por un palo y hacerlo. Escuela no es igual a educación. Es decir, hace falta invertir en algo más que infraestructura para proveer a los niños y niñas de este derecho básico.
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