martes, 31 de octubre de 2017

La verdad

Desde el punto de vista filosófico y científico, la verdad no existe. 
Podemos teorizar hasta el aburrimiento sobre la moral y la ética de lo honesto, pero siempre nos daremos contra el muro de la incertidumbre ante la objetividad de lo "real".

¿Qué es verdad, si no puedo saber con certeza si mis experiencias son generadas por un mundo exterior y pasadas por el filtro de mis sentidos y experiencias o simplemente estímulos electromagnéticos que me alimentan? ¿Qué es verdad, si no comprendo cómo esas experiencias modifican la percepción de la realidad en cada quien? ¿Qué es verdad, si no entendemos que la percepción humana abarca una milésima del universo y niega todo lo demás? ¿Qué es verdad, si creemos ciega y únicamente en nuestros propios y limitados instrumentos?

Desde el punto de vista práctico, la verdad es un consenso fundamental para la convivencia.
Y la honestidad, un pilar ético fundamental para el entendimiento.
Importa poco si tu percepción de la situación fue distinta a la mía, o tus experiencias te han llevado a entender convenciones de manera diferente. Lo único importante es que lleguemos a un acuerdo comunicativo y explícito sobre lo que ambas entendemos de la situación.

Aquí, la gente miente.
Miente porque sí. Miente a lo tonto. Miente en cosas en las que es muy fácil pillarles.
Cuentan medias verdades. Cuentan versiones diferentes, omitiendo unos detalles para unas personas y otros detalles para otras, según les convenga. Mienten mucho. Aquí la gente te dice a la cara mil y una veces que: "Sí, seño". Pero luego es que no. Mienten para hacer daño. Mienten para sacar beneficio. Mienten por vergüenza. Mienten por costumbre. Mienten por pereza.

jueves, 26 de octubre de 2017

Afirmaciones positivas

Hace algún tiempo aprendí que la única manera de superar momentos difíciles es enfocarse en lo bueno, magnificar los aspectos positivos mentalmente. Para que, poco a poco, los retos dejen de tener tanto protagonismo en la mente.

La serendipia introdujo en mi vida la gratitud en el año 2014, mientras superaba uno de los momentos más complicados de mi vida, como herramienta para transformar la ansiedad en esperanza.

Desde entonces, he ido descubriendo a pasos de gigante los aspectos prácticos específicos del camino que académicamente se llama psicología positiva. Y, aunque coloquialmente puedan parecer consejos de algún librucho de auto-ayuda comprado en el aeropuerto, tienen un fundamento en las filosofías Tao, Hindu y Budistas además de varios soportes experimentales de valor.

Claramente han sido unas semanas muy complicadas, emocional y físicamente.
Pero me dispongo a relatar, con el objetivo de "voltear la arepa", lo positivo de ellas:

  • He mantenido una rutina de auto-cuidado. Practicando yoga casi a diario, meditación otros días. Ambas a veces.
  • He mantenido una dieta equilibrada y una rutina de sueño regulares casi todos los días.
  • He logrado uno de los objetivos del proyecto que se me resistía desde el comienzo, encontrar una persona para la coordinación psicosocial dispuesta a trabajar todos los días de la semana y a entrar en los barrios que trabajamos.
  • Estoy aprendiendo a tener más paciencia hacia los imprevistos, cambios de última hora y otros inconvenientes logísticos.
  • En el último año he realizado un inmenso aprendizaje emocional propio. Esto me ha acompañado durante las últimas semanas para entender mejor mis sentimientos y reacciones hacia el entorno.
  • Me siento libre de resentimiento o ira hacia la persona que ha estado agrediéndome. Tampoco me causa tristeza o dolor ya. Intento cultivar un sentimiento de compasión hacia él.
  • El proyecto ha logrado cambios positivos de convivencia en algunos espacios de implementación.
  • Los menores están, en general, satisfechos con los resultados de los refrigerios logrados gracias a mi gestión logística.
  • He tomado acción rápida e inmediata para modificar las debilidades identificadas.
  • Estoy teniendo en cuenta la participación de todos los miembros de mi equipo en la medida de las posibilidades de diseño del proyecto, e incluso más. Proponiendo ajustes a la estructura que se adapten más a las necesidades del contexto. Tengo en cuenta a las personas con las que trabajo.
  • Comprendo, entiendo, concedo las múltiples razones para no participar al 100% en los compromisos del proyecto del equipo.
  • Agradezco la compañía de las personas que he encontrado aquí como red de apoyo afectiva.
  • Agradezco contar con mis necesidades básicas cubiertas (casa, comida, agua, electricidad).
  • Agradezco poder darme caprichos ocasionales, como cenar fuera o ir al río.
  • Agradezco haber encontrado un espacio cultural con programación semanal y gratuita.
  • Agradezco los momentos de descanso.
  • Agradezco estar sana.
  • Agradezco esta experiencia, por hacerme más fuerte física y mentalmente.

Los niños, niñas, adolescentes y jóvenes siguen sonriendo. Por ellos y por ellas, sigo.

sábado, 21 de octubre de 2017

Payasa

En la vida hay que aguantar muchas cosas.

Desde pequeños se nos enseña que hay cosas que "son lentejas"; es decir, "si no las quieres las quieres las dejas". Siendo que generalmente hay poca opción de dejarlas, porque toca comer para llenar la barriga.

Ese refrán o frase hecha refiere una de las verdades insondables sobre el libre albedrío humano. Siempre hay otra opción: irse, dejarlo, cambiar, morir. Pero innumerables veces nos sentimos arrinconados entre la espada y la pared, como si no hubiera más salida que tomar el camino que se nos presenta. Porque, como en el caso del plato de lentejas (que a pesar del hambre no deseas comer por no gustarte), siempre queda la opción de seguir con el estómago vacío a pesar de las consecuencias. Más nunca veremos eso como opción real; ya que la naturaleza nos impulsa hacia uno de los caminos, el de alimentarnos, limitando nuestro libre albedrío.

Todo esto viene a las dificultades que nos toca aguantar. Que son muchas desde muy temprano. Abuso escolar, negligencia paterna, diversos tipos de inequidad, son algunos ejemplos comunes sin irnos a casos extremos.

La enseñanza a lo largo de la vida, por mucho que tu instinto se trate de revelar, es que "son lentejas".

Pero hay cosas que no se pueden ni deben tolerar.

Y realmente, por mucho que el aprendizaje y el instinto luchen para mantenerte quieta en ese lugar de sumisión y aguante, no tiene pies ni cabeza hacerlo.

Son las cosas que atentan contra tu integridad física, emocional o moral. Es decir, daño directo a tu cuerpo o tus límites corporales, la violación de barreras mentales que protejan tu auto-estima y auto-cuidado -como insultos u otras agresiones verbales desmesuradas- y la burla de valores o principios éticos bajo los cuales riges tu existencia.

Ceder en cualquiera de estos tres puntos implica, automáticamente, una erosión del ser hacia un estado de sumisión bajo dinámicas de poder que incapacitan la auto-determinación.

Y toda esta larga reflexión para contaros que llevo varias semanas aguantando que uno de los señores del equipo me grite sin cesar, me tire el teléfono cuando se le antoja, me llame desde grosera y engreída hasta payasa, hable a mis espaldas con frases del tipo: "de qué podridero de España habrá salido esta para estar en Quibdó", me acuse de estar quedándome con dinero del proyecto delante de talleristas invitados desde Medellín, e intente volver a todo el equipo en mi contra sobre cada decisión que tomo.

Ea, que llegan momentos que toca decidir. Si son lentejas y te partes un diente con la piedra que llevan de lo malas que son, o si las dejas.

viernes, 6 de octubre de 2017

Puedes llevar un caballo al agua...

En inglés hay un refrán que dice: Puedes llevar un caballo al agua, pero no puedes hacerle beber.

Está semana he pensado mucho en esa frase mientras me peleaba (mental y externamente) con las contradicciones de ver cómo hay gente que "necesita ayuda", pero no pone de su parte para recibirla.

Las acciones para el desarrollo parten de varias premisas muy cuestionables, veamos:


  • Que hay una forma de vida mejor que cualquier otra para el ser humano, y ésta es la que siguen las personas en el "mundo occidental". 
  • Que esa forma de vida es la única manera de garantizar los derechos fundamentales de las personas.
  • Que los derechos fundamentales (civiles/políticos y económicos/sociales) son incuestionables, y es obligación de todos defender y velar por su cumplimiento. Es decir, que Naciones Unidas y cualquier organización internacional con fines de "desarrollo" tienen potestad sobre estos derechos -en lugar de pertenecer a los individuos y la soberanía del país, como ocurre con la jurisdicción legal de la mayoría de otros asuntos- su protección.
  • Que todas las personas desean migrar su estilo de vida hacia esa forma de existir.


    Así, vemos como "derecho a la educación" se traduce en "derecho a una educación occidental, secular, en escuelas como las nuestras"; cuando perfectamente podría ser un derecho a la educación vernácula. O "derecho a la salud" se traduce en "derecho a una medicina alópata y occidental, en hospitales como los nuestros", cuando podría ser un derecho a la medicina ayurveda o cualquier otra similar [aunque aclaro que no estoy a favor de ninguna otra medicina que no sea alopatía salvo como tratamiento complementario, si acaso].

    Además, el "desarrollo" ha pasado por distintas fases en la historia intentando lavar su aspecto caritativo y asistencialista:
    1. Dar el pescado. Cuando comenzó todo esto, con Reagan y Thatcher después de la II Guerra Mundial, la idea era dar a los pobres que no tenían el maravillo mundo de ganadores post-industrial que se habían quedado los aliados. Apaciguar mediante limosnas a los que no habían probado ni las sobras del botín. Y un poco de azúcar sobre la terrible medicina de los Planes de Ajuste Estructural que se propusieron a escala global.
    2. Enseñar a pescar.
    3. Enseñar a pesar sin agotar la reserva de pescado del río. Sostenibilidad.
    4. Que el pescador tenga un salario digno, unas horas justas, seguro de riesgos laborales y no pesque animales en riesgo de extinción pero siga alimentando a su familia y cubriendo la demanda del mercado.
    Bueno, pues aun no hemos llegado al punto 2. en muchos de los proyectos de desarrollo. Todavía se entregan bolsas de comida, subsidios a mujeres por quedarse embarazadas, vivienda social... Sin pedir nada a cambio del receptor. Y claro, mal. Ni un curso de gestión de gastos del hogar, de cocina saludable, de lectura de etiquetas de nutrientes o de planeación familiar, nada.

    El severo asistencialismo que esto genera es, literalmente, mujeres teniendo más hijos para recibir más dinero porque nunca han calculado que no les sale a cuenta -no pueden, tampoco, tienen suerte si acabaron séptimo. Que ese subsidio es una ayuda y no cubre ni la mitad de los gastos reales del bebé.

    Quibdó es una región echada a perder por esto. Todo Naciones Unidas con sus 50 departamentos opera aquí, en una ciudad de 100.000 habitantes. Hay una fundación en cada cuadra.

    Regresando a mi situación, la realidad es que se vuelve muy complicado trabajar. 

    Este proyecto es particularmente poco asistencialista. Ofrece algunos beneficios materiales, pero el principal objetivo es una capacitación. Por eso me gustó. Una capacitación y el trabajo psicosocial con los menores. Es algo imprescindible, todos necesitan aprender a formalizar sus procesos. Todos se pueden beneficiar del intercambio grupal, del conocimiento colectivo. Antes lo hacían gratis. Y todos se involucraron de forma, por supuesto, voluntaria.

    Sin embargo, nadie ve un mensaje, ni tiene acceso a wi-fi o datos, si no es para cobrar el subsidio o para enterarse de temas de material, uniformes, implementación... Ahí de pronto a todos les funciona perfectamente WhatsApp. El interés por la colaboración grupal o hacia el beneficio más allá de uno mismo es prácticamente nulo, una incapacidad de mirar más allá del propio interés que abruma.

    Pero, ¿por qué se va a obligar al caballo a beber?
    Quizá veo un caballo agitado, caluroso, sediento. Y sí, puede que desde el exterior yo aprecie que sus necesidades estarían mejor satisfechas si bebiera agua. Más, si por un condicionamiento de varias generaciones de darle el agua a cucharadas o por una vulnerabilidad cultural o educativa, el caballo no bebe... ¿Por qué voy a obligar al caballo a beber? Tal vez no sea bueno que el caballo tome agua hasta que lo haga de plena voluntad. Y si seguimos forzando al caballo a beber (a cucharadas, con biberón/tetero, o colocando jugosos subsidios bajo el agua para que meta la cabeza hasta el fondo y de casualidad le entre un poco de líquido en la boca) puede que no estemos haciendo nada de nada a favor del caballo, su independencia y autonomía.

    miércoles, 4 de octubre de 2017

    Que se acaben los petardos

    El fin de semana pasado regresé a Bogotá por varias razones.
    Para revisarme la boca, porque me estaba doliendo una muela.
    Para ir a un taller de poliamor. Necesitaba recargarme de afectos.
    Y para regalarme un merecido descanso de un trabajo sin horarios, sin apenas apoyo "por arriba" -desde la administración en Bogotá- y con clara oposición "por abajo" -desde el equipo ejecutor aquí.

    Al regreso me he encontrado una ciudad de Quibdó en pleno apogeo del final de las Fiestas de San Pacho. Lo que el año pasado fue diversión, descubrimiento y la mejor despedida que la ciudad me pudiera brindar; este año se está convirtiendo en una excusa más para no sacar adelante los objetivos del proyecto.

    Keops, mi colega panafricanista y en pro de la liberación afro, dice que esta fiesta es opresora. Y tiene razón. Son más de dos meses durante los cuales la gente recibe ron y aguardiente GRATIS a casi cualquier hora.

    Os lo cuento:

    San Pacho se divide por barrios, 12 para ser exactos. Son los barrios pertenecientes al centro de la ciudad (los que quedan dentro del "anillo asfáltico").

    Oficialmente, este año las fiestas son del 19 de septiembre al 5 de octubre.

    (Prueba gráfica)

    Llegué el 12 de agosto, y un par de días después ya habían empezado las "alboraditas". Pequeñas versiones de las fiestas de cada barrio en las cuales las bandas de chirimía salen a las 11 o 12 PM a marchar por la zona, practicando la amanecida que se pegarán el día de la fiesta oficial. Hace ya más de 1 mes y medio que comenzaron los petardos con el primer barrio.

    El día 3 de septiembre fue la Gran Alborada General. A las 11 PM salieron desde la Catedral, tocando chirimía, haciendo bulla y tomando hasta el amanecer.

    El 19 de septiembre fue San Pachito, la mejor parte si no paras a pensar en la indoctrinación que hay tras ello; los niños más pequeños tuvieron su propio desfile. Agotados, muertos de calor y sed bajo esos trajes, recorrieron el centro. En la tarde fue el desfile de "mitos y leyendas".

    El día 20 era el más oficial, fiesta administrativa, con el desfile de "banderas". Ese día, en el río Atrato hubo una demostración de canotaje olímpico.

    A partir de entonces, entre el 21 de septiembre y el 1 de octubre, los 12 barrios tuvieron cada uno su día para desfilar.
    El desfile, siempre igual pero diferente. Primero pasan los "cachés" o disfraces, entre los cuales van pequeñas bandas tocando chirimía. Cada asociación, grupo o zona dentro del barrio confecciona el suyo. No se ven dos grupos vestidos igual en todas las fiestas, cada barrio es una explosión de creatividad y color.
    Después pasa el "revulú", una masa de gente sudorosa, amontonada alrededor de los camiones de guaro y ron, saltando al ritmo de los "bafles"; en la cual, cuenta la voz del pueblo, fácilmente te puedes llevar una puñalada porque muchos entran con machetes, cuchillos, navajas...

    A menudo se escucha hablar mal de San Pacho, de lo peligroso que es. Sin embargo, incluso el más miedoso se une finalmente a la fiesta; y no rechaza a la muchacha de la camiseta que dice "Platino" cuando pasa una vez más ofreciendo un chupito por la calle sin asfaltar del barrio de turno.

    El año pasado, la mayoría de los desfiles los vi desde la seguridad de mi balcón. Este año no tengo ni una ventana con vistas a la calle para verlos. Y, aunque me he perdido la mayoría por tener cosas más importantes que hacer, cuando he salido a mirar un rato los trajes se apreciaba cómo mucha gente daba un paso atrás (igual que yo) al llegar con el "bunde" la parte del "revulú".

    Este año han llegado 200 policías adicionales a proteger la ciudad durante las fiestas. He visto sus lechos. Duermen a la intemperie en el comando. Al lado del río, sin mosquiteras. En colchonetas sobre el suelo. Hay un techo pero no paredes, sino rejas, sobre las cuales han colocado una lona verde para que no se vea desde fuera.

    Las pandillas del norte que firmaron la paz hace un par de semanas con la alcaldía también están ayudando a mantener la paz. Con su "saber hacer" o conocimiento sobre malandraje, se están metiendo directamente en la masa a despojar de armas a quien las tiene sin emplear pistolas, porras ni placas.

    Aun así, ha ocurrido más de un incidente. Pero al parecer, este año -a diferencia de otros- ningún muerto. Me cuentan que antes la gente permanecía en sus casas, porque si te ibas a ver el desfile, a la vuelta estaba desvalijada.

    En definitiva, yo solo quiero que se acaben los petardos. Porque, ¿qué más que esto se puede esperar de repartir cantidades industriales de alcohol gratis?

    Dos meses de atolondramiento y sumisión, supongo, es lo que espera quien organiza y orquesta esto.

    A la mierda con el patrimonio intangible.
    No más San Pacho. Así no.