jueves, 18 de agosto de 2016

El paro

Ayer comenzó un paro total (huelga general) en Chocó.

Absolutamente todo cerrado.
Con el propósito de demandar la atención del Gobierno central y mejorar la prestación de servicios públicos.

Aquí, el concepto de servicios mínimos no existe. Dado que se puede alargar de forma indefinida, anteayer el supermercado estaba hasta arriba de gente tratando de abastecerse por miedo a quedarse sin comida. Comprando carros repletos de víveres, y formando una interminable cola. Yo, mitad fe mitad despreocupación, no he hecho lo mismo. Así que espero que dure solo hasta mañana como está planeado o la búsqueda de comida será curiosa.

Hay una gran presión social para no trabajar. Os cuento el caso de Don Emiliano, el señor que me lleva y trae a diario en su 'rapi' (moto-taxi). Es un hombre muy responsable y honesto que se preocupa por hacer bien su trabajo, no ha querido dejarme sin transporte estos días.
En el trayecto de ayer se le notaba cierta incomodidad, mirando de lado a lado. Al principio pensé que era por motivos de seguridad, pues ya me había avisado que debido a las marchas tal vez tendríamos que tomar un camino más largo para evitar la congestión del centro. Pero cuando, siguiendo el camino habitual, nos cruzamos con dos compañeros de trabajo, se esclarece el motivo de su inquietud.

Con el primero, el cual lleva un cliente detrás, Don Emiliano mantiene la siguiente conversación:
"- ¿Usté está camellando?
- Pues sí, hay poco movimiento, a dos mil y no más hasta ahorita en la tarde pero toca".
No alcanzo a captar las siguientes frases, pero se intuye un tono que indica la necesidad de llevar el dinero a casa por poco que sea.

El segundo reprende a Don Emiliano por estar trabajando, a lo cual él responde:
"No más la llevo a ella y guardo la moto, estaba guardada, sino que la tuve que traer y llevar a ella".

Efectivamente, después de dejarme en la Fundación y al llevarme a casa Don Emiliano me repite que va a guardar la moto "para evitarse problemas".

La realidad detrás de ese miedo y esta presión es más compleja que una potente conciencia de clase. Lo cual, en su caso, sería cosa buena a mi parecer.
Al llegar hoy por la mañana a la Fundación -los voluntarios no paramos- me relata el coordinador que, allá por abril, los paramilitares obligaron a un paro armado y duró bastante tiempo. La gente estuvo sin acceso a alimentos, sin poder abrir sus negocios a riesgo de ser asesinados. O huelga o la vida. Ellos sabrían por qué, yo hay veces que me cuesta seguir preguntando... 

"Se está peleando por algo más importante que la comida", me dice Jhoiver (el joven profe de universidad), mientras conversamos sobre este asunto, el sistema político y otros temas del mundo que nos rodea.

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