Estar enfrentándose a un reto detrás de otro de forma incesante desgasta psíquicamente como no os podéis imaginar. No es el hecho del contratiempo lo que agota, sino el trabajo mental que requiere mantenerse de buen ánimo y actitud para poder verlo como un aprendizaje y una oportunidad; de forma que no empañe la experiencia y las ganas de seguir.
El paro cívico o huelga general ha terminado. Por tanto, ayer pude regresar a la escuela y la Fundación -pero no os creáis, había unos 50 niños y niñas de los 480 que son en total-. Seguramente hasta el lunes no vuelva todo a la normalidad.
La falta de compromiso y liderazgo por parte del "equipo" es desmotivante. Hay dos personas cobrando y yo, de gratis.
¿Quién ha sido la primera en llegar estos días? ¿Quién es la única que trabaja con los niños la mayor parte del tiempo implementando actividades?
El único trabajo que se realiza es planificar frente al ordenador actividades que nunca se llevan a cabo, sin parar; en ocasiones encerrados en la oficina, o mirando a los niños que dejo pasar como si incordiaran. Actividades que, además, si nos vamos a poner quisquillosos están fatal diseñadas de acuerdo al enfoque de marco lógico que pretenden aplicar. No tienen en cuenta los recursos disponibles, el contexto, ni realizan nunca antes una identificación previa al diseño (cero pertinentes, sostenibles o eficientes; dudosamente eficaces o con impacto puesto que no llegan a ejecutarse nunca).
¡Qué sorpresa que no se logren ejecutar! Y en cuanto hay una propuesta, te dejan a tu aire. Porque siempre es mejor que la tarea la haga otra por ti.
Tras esto, llegas a casa a relajarte con una serie y... No hay Internet.
Porque aquí, cada día es algo. Siempre va a ir algo de la forma que no esperabas y te va a testar el aguante. Y tal vez tener Internet parezca una nimiedad en un contexto como este; pero es el único resquicio de "cotidianeidad" que tiene mi vida y, por ende, mi forma de desconectar.
Lo mejor llega cuando descubres que la razón por la cual no funciona es que la casera corrupta no lo ha querido pagar. Sí o sí va a tocar hablar con ella o sus esbirros para solucionarlo... A#S%D*F!G?H&J~K°L+Ñ
Y aquí dejo de protestar. Nada mejor que estar sin Internet para recuperar el gusto por devorar libros.
Y porque, después de todo, nunca he tenido un trabajo que me llene tanto y me haga tan feliz.
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