Como cabría esperar la excitación del primer momento, de la novedad, que me hacía afrontar todas las vicisitudes del contexto con paciencia y optimismo -porque era emocionante estar viendo algo nuevo cada día- se ha ido desvaneciendo.
Sigue ocurriendo algo completamente inesperado cada día, simplemente ya sé que algo fuera de lo ordinario pasará. Y sea lo que sea, por peculiar, ha perdido la capacidad de sorprenderme. O yo he perdido la habilidad de ver la magia en ello.
Los primeros días de esto fueron un bajón emocional considerable. Ahora ya lo he regulado más o menos para, sin volver a asombrarme como solía, al menos continuar apreciando cosas que sólo aquí se ven. Y poder seguir contándolas.
Esta entrada lleva de hecho unos cuantos días como borrador.
Pero también se ha producido un efecto magnificador de la realidad. O realismo.
Y empiezan a frustrarme cosas que antes pasaba por alto. Donde anteriormente veía solo una posibilidad de crecimiento y mejora, ahora empiezo a observar las trabas que la propia desgana de muchos pone al proceso de desarrollo. Sea lo que sea esta palabra.
Claro, que tal vez en ese desacuerdo resida la ineficacia de toda acción.
Un objetivo primordial para mí, como es un horario de clases regular y previsible, aquí para muchos es tan secundario como puede sonar una tapicería de cuero al que ahorra con esfuerzo para su primer coche. Primero es que ande, luego ya veremos el color y la forma en que lo hace.
Así es con todo. Las necesidades básicas ocupan el lugar y tiempo presente, desplazando del imaginario las preocupaciones futuras hasta no tener cubierto lo imprescindible por ahora. Como nunca ocurre, la planeación a futuro tampoco termina por llegar. Y así continua en bucle infinito.
No es una trampa, porque al contrario que en análisis de Sachs cuentan con colchones de ahorro permanentes de ayuda externa. Sabiendo esto, se recuestan en ellos en lugar de incrementar su capital. Asumiendo que esta ayuda siempre estará ahí.
Empiezo a ver la balanza equilibrada entre los logros y los fracasos. Aunque quiero darle mayor valor a los primeros. Deseo pensar que el mínimo cambio positivo y la más pequeña semilla de bienestar plantada en la vida de una sola persona es suficiente para dar sentido a todo.
Por supuesto que lo aprendido es más que de sobra.
Pero desespera ver un contexto que podría dar tanto perderse en sí mismo cuando se le tiende la mano.
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