Lleva gafas de pasta de gran aumento y tiene unas rastas que le llegan a la cintura. Es de Buenaventura, alto y fuerte. Bastante guapo. De unos cuarenta años. Su mujer y dos hijas viven en Estados Unidos.
Es muy interesante hablar con él. Le gusta leer sobre el Nacional Socialismo y las ideas que han llevado a las creencias de supremacía blanca. Nuestras conversaciones me han llevado a pensar mucho sobre la dicotomía del negro y el blanco.
A continuación, algunas reflexiones:
En mi tiempo en Estados Unidos coexistían de forma prácticamente indistinguible. En esa universidad, posiblemente gracias en parte a los equipos deportivos, la mayoría de los grupos de amigos eran mixtos. Los dormitorios también. En cualquier fiesta podías encontrar blancos, negros, latinos y, en menor medida, las otras etnias que nuestra universidad se caracterizaba por tener.
Las parejas mixtas eran comunes.
Sobre todo, no se apreciaba una fuerte diferencia cultural entre unos y otros. Todos, hijos del capital. Desde la chica polaca o el muchacho ruso que trabajaban conmigo en la biblioteca, pasando por los asiáticos (indios, chinos) que generalmente hablaban entre sí por la dificultad del idioma, incluyendo a varias personas del medio oriente (Iraq, Azerbajan), europeos occidentales como yo, los estadounidenses (irlandeses, judíos, afro)... Todos en el gran 'melting pot'. Todos, adaptándonos a la 'american way of life'.
Comenzaron los asesinatos de la policía a personas negras, arrestos injustificados, el tan necesario movimiento #Blacklivesmatter, los disturbios. Costaba creer que era el mismo país. Me dolía en el alma por mis amigos.
En el fondo, en Estados Unidos yo nunca fui vista como "blanca" por el hecho de hablar español. Al decir: "I'm from Spain", la falta de conocimiento geográfico junto con la idea de que todo lo español implica latino, me cubría de un halo de solidaridad étnica por ser, también, latina para ellos. También hay más costumbre de permitir aliados blancos, como Bernie Sanders o JFK.
Aquí, en cambio, no solo soy efectiva y claramente blanca. Soy el recuerdo del ejército colonizador. La España esclavizadora. Soy la presencia de la administración central que no confía en las capacidades locales para ejecutar y reportar adecuadamente sobre sus actividades (independientemente de si hay razón para esa desconfianza).
Además, sí existe una diferencia cultural. Niego que sea entre el blanco y el negro. Seguramente sea más el producto de una diferencia educativa; de una vida rural y comunitaria en vez de urbana e individualista. De la violencia generalizada y sistémica que se ha vivido durante más de 50 años en muchas de estas comunidades. El color ha sido casualidad (o segregación).
La otra cosa que se me ocurre, hablando con Keops en la puerta de su tienda mientras vemos llover, es la opresión, persecución y castigo tan fuerte que ha sufrido la etnia Afro solo por serlo. Desde hace cientos, sino miles de años. Hoy, siglo XXI, todavía se escuchan comentarios del tipo: "a esa ciudad había que echarle una bomba y empezar de cero, porque esos morenos no son más que vagos".
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