martes, 7 de noviembre de 2017

Vulva Libre

Entre el jueves y el domingo de esta semana participé en varias actividades relacionadas con el feminismo, la teoría de género y las nuevas masculinidades que me dejaron algunas reflexiones.

Algunas de las actividades estaban enmarcadas en un proyecto llamado Vulva Libre, ejecutado por tres asociaciones alrededor de varias temáticas.

Otras tenían que ver con el marco de mi propio proyecto, que a pesar de ser deportivo y enfocado a infancia, tiene integrada la transversalidad de género.

El jueves llegué después de una mañana de trabajo, por los pelos, a la actividad de apertura de las sesiones de Vulva Libre. Estaban aun estampando algunas camisetas con el lema del evento: "Con pelos en la vulva, sin pelos en la lengua" y una imagen de Angela Davis. Mientras, se retransmitían por radio las opiniones de les asistentes.

Ahí, escuchando ideas feministas por primera vez nunca en Quibdó, viendo la sala de Motete llena de mujeres y hombres dispuestes a hablar sobre la equidad, se me erizó la piel y no pude evitar que se me humedecieran los ojos de emoción.
No fue la última vez que tuve que contener las lágrimas en el fin de semana.

Recordando esos momentos el lunes, conversando con alguien queride, fui consciente que ese llanto era producto de una mezcla de sentimientos: la felicidad de sentirme por fin en un espacio amable a mi experiencia como mujer y, a la vez, el dolor acumulado por el exceso de abusos de los últimos meses. Pienso que nunca antes he experimentado el machismo como aquí. Exacerbado. Peor aun, ahora que tengo tan claro sus señales. Supongo que dolía menos cuando lo normalizaba.

Y duele también la ausencia de foros. De espacios donde compartir ideas.

Por eso, este fin de semana sentí un gran alivio al ver llegar con el proyecto alguien comprometido e informado. Una persona que me acompañó con interés a las actividades feministas de Vulva Libre. Y que venía a impartir un taller sobre género a todo el equipo. ¡Qué necesario!

Sin mucha sorpresa, pero sí con tristeza, observé cómo nadie del equipo sabía lo que significa la palabra 'género'. El coordinador deportivo la confundió con 'orientación sexual'. Tras varios ejercicios sobre estereotipos y roles de género, la mayoría de los muchachos aun repetían las mismas clasificaciones binarias después de dos días. Uno de los líderes, después de llegar varias horas tarde, se durmió y luego se fue antes de terminar el taller.

Así y todo, para mí fue importante. En estas lides, con el paso del tiempo empiezas a creer que eres tú la que está loca y los demás quienes tienen razón. Cuando el mundo entero camina hacia atrás y eres la única que da pasos hacia delante, comienzas a cuestionar si realmente vas en el sentido que debes. Después que varias personas hayan empleado métodos abusivos como la "luz de gas" y te repitan una y otra vez que haces mal las cosas, que te equivocas, o se comporten de forma grosera -sí, todavía- hacia ti es difícil mantener la fe en una misma. Ni hablar de la auto-estima o la motivación. Por eso, fue importante para mí. Reafirmó mis ideas. Me recordó que tengo derecho a sentir rabia, ira, dolor, frustración. Porque estoy siendo víctima de un abuso sistémico por parte de este entorno machista, intolerante, miope...

Además, el fin de semana me dejó en general una hermosa sensación. De un gran aprendizaje, sobre la experiencia de ser una mujer feminista y el afro-feminismo en general aquí. Lo relataré, en breve, en mi otro blog. Y de posibilidades. En Quibdó puede haber espacios para mí.

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