miércoles, 31 de enero de 2018

Reclutamiento

Esta es una breve historia sobre el reclutamiento de menores en Colombia.

Desde hace algunos meses empleamos el mismo servicio de bus para el transporte durante los talleres de capacitación. Así, dado que paso entre una y dos horas cada recorrido con el conductor, hemos forjado cierta confianza.

El domingo pasado, cuando aún no había subido ningún niño al bus, Medrano (el busetero) charlaba más de lo habitual con su asistente. Ese día le ayudaba en la tarea de echar reversa una mujer, lo cual posiblemente tenía que ver con su locuacidad.

En su conversación empezó a incluirme a mí, comentando trivialidades de la vida en Quibdó a las cuales yo asentí sin mucha gana. Esa ruta me da una pereza inmensa.
Pero algo en la charla me llamó la atención. Medrano le explicaba a la muchacha lo siguiente:

«Sí, yo jugaba ahí siempre. Pero un día llegaron y nos dijeron a ese poco de pelaos que ya iban a llegar las armas y nos daban un sueldo. Al principio pensé que estaba bien y quería la plata, pero luego dijeron que uno no se podía salir una vez dentro y entonces ya no quise. Me tocó bajarme de ahí. Los que se quedaron ahora uno los ve y no se pueden salir. Aunque quieran. Si se salen, les matan por salirse o les matan los otros».

Su compañera estuvo de acuerdo: «Aha, si se van, o les matan ellos o les matan los otros».

Y, sin más, continuaron comentando sobre cosas triviales de la vida y el camino.

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